La delicada uva albariña llega a la bodega en cajas plásticas bien ventiladas con un peso no mayor de 20 kilos cada una. Las cajas se pesan en una báscula electrónica, dónde se verifica cuidadosamente su estado sanitario y calidad, tomándose la respectiva muestra para calcular la concentración de azúcar de cada pesada a través de un refractómetro. Las cajas se vacían cuidadosamente en una tolva que está ubicada encima de las prensas, no utilizándose ni despalilladoras, ni estrujadoras, ni bombas de pasta. Los datos de cada caja son registrados en el ordenador, pagándose al viticultor un precio acorde con la calidad de la uva.
Desde la nave superior de recepción de uva, se deslizan hacia las dos prensas neumáticas Vaslin-Bucher, los racimos de uva enteros que serán prensados suave y lentamente. El mosto resultante es entonces enfriado inmediatamente por un intercambiador de temperatura antes de pasar a cada tanque en dónde se procederá a su desfangado. Por otra parte, después de ser prensadas las uvas, los hollejos de las mismas son vaciados en grandes contenedores, que serán enviados a la Destilería para elaborar el Aguardiente de Orujo.
El mosto frío desciende, de nuevo por gravedad, hacia los tanques de acero inoxidable ubicados en la nave de fermentación, dejándolo reposar sobre 24 horas. Durante este proceso, el termostato del depósito lo mantendrá a una baja temperatura, estrictamente controlada, para evitar que, el mosto aún no limpio, fermente de forma espontánea. Cuando todas las impurezas se hayan decantado al fondo, se trasiega el mosto ya limpio a otro tanque dónde fermentará hasta convertirse en vino.
Durante la fermentación alcohólica, la temperatura de fermentación permanece bajo un estricto control. Procuramos mantener una fermentación lenta para procurar obtener una mayor intensidad y complejidad en el vino. Dependiendo de la acidez natural que contiene la uva y el mosto, si ésta es algo elevada, permitiremos que un pequeño porcentaje del vino, lleve a cabo una fermentación maloláctica.
Una vez completada la fermentación, las levaduras caen al fondo del tanque, constituyendo lo que se conoce como las “lías o madres del vino”. Este depósito natural todavía contiene muchos nutrientes beneficiosos, y permitiendo que nuestros vinos “descansen” sobre estas “lías” durante un determinado período de tiempo, se produce un enriquecimiento y aumento adicional del carácter y de la complejidad de éstos. Esta técnica de crianza sobre lías, se aplica a cada uno de nuestros tanques de vino, y se extiende por un período de, aproximadamente, seis meses.
Cuando el vino es separado de sus lías queda listo para su estabilización por frío y posterior filtración. La estabilización consiste en enfriar el vino a muy baja temperatura, entre -6° C y -7 º C, produciéndose así la precipitación de cristales de bitartrato potásico y tartrato cálcico, que se depositan en el fondo del tanque isotérmico. (Este proceso previene de precipitado de cristales en la botella). Finalmente, el vino es filtrado usando finas tierras filtrantes, siendo posteriormente almacenado en tanques de acero inoxidable bajo una capa de nitrógeno inerte, quedando listo para ser embotellado.
La línea de embotellado es previamente esterilizada con agua caliente y consta de una enjuagadora, un llenadora, una taponadora de botellas, un dispensador y alisador de cápsulas y la etiquetadora de autoadhesivo. Después de ser embotellado, el vino se almacena al menos un mes, para que repose y se recupere después de este proceso, antes de salir a la venta.